Es la edición más extraña de su historia. La feria CES (Consumer Electronic Association), abre en Las Vegas sin espectaculares señuelos: ni anuncios revolucionarios de productos ni conferencias protagonizadas por Microsoft , Bill Gates primero, y luego por Steve Ballmer. Esta será la primera edición en 14 años cuya apertura no corresponda a un ejecutivo de los creadores de Windows. La primera conferencia magistral es de Paul Jacobs, que a la mayoría de público no le dice nada, aunque, sin saberlo, lleva más cosas suyas en el bolsillo de las que nunca tuvo de Bill Gates.
Esas ausencias, voluntarias o no, son la mejor prueba del cambio de los tiempos. Hasta esta edición, CES era el reinado de Wintel (el acrónimo del software Windows más los chips de Intel), más la fidelidad a los ordenadores de HP, principalmente. Ninguno de sus máximos dirigentes aparece en las conferencias. Sus lugares los ocupan en Las Vegas, pero también en el consumo mundial de la tecnología, lo que podríamos llamar AndriOS (acrónimo de los sistemas operativos de Google y de Apple), más los chips de Qualcomm, más los aparatos de Samsung, que vende el 40% de todos los smartphones Android. Entre este sistema y el iOS de Apple copan, aunque no en buena armonía, el mercado.
El robot Sphero controlado desde un iPad en el CES Unveiled.
Ese cambio de estrellas refleja el cambio del mundo tecnológico: el ordenador ha dejado de ser el centro de la comunicación para pasar a ser la propia persona. No hay que ir al lugar donde está la computadora, sino que ahora nosotros somos la computadora.
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